Desde nuestros inicios en el sector de las baterías, en VT hemos seguido de cerca la evolución del coche eléctrico.
En 2012, conocimos el proyecto «Better Place«, que proponía un modelo de «battery sharing» para vehículos eléctricos, permitiendo a los usuarios reemplazar las baterías en estaciones específicas. Aunque la idea parecía ser una solución perfecta para los problemas de carga, requería una red de estaciones costosa y acuerdos con todos los fabricantes de vehículos, lo que resultó inviable. Tras una inversión de más de 400 millones de dólares, el proyecto quebró en 2014.
Sin embargo, en 2019 descubrimos que ByD, un gigante chino, había implementado un modelo similar en Cantón, donde los taxis eléctricos reemplazan sus baterías en estaciones. A diferencia de Better Place, ByD domina el mercado y no depende de acuerdos con otros fabricantes. Este modelo funciona bien en una región con alta densidad de población y trayectos cortos, lo que demuestra que el coche eléctrico puede ser viable, incluso con autonomías de hasta 300 km reales.
A pesar de estas soluciones, el coche eléctrico sigue sin despegar en Europa, especialmente en España. Aunque se predicen altos crecimientos del mercado, la realidad es que la cuota de vehículos no diésel ni gasolina (incluyendo eléctricos, hidrógeno y gas) sigue siendo inferior al 0,4%. Las previsiones no se cumplen, a pesar de la publicidad, subvenciones y apoyo político.
Según nuestra experiencia, los datos de ventas en reposición en el sector de automoción reflejan una tendencia clara: la venta de baterías para coches eléctricos sigue siendo prácticamente inexistente en comparación con las baterías de arranque para vehículos con motores de explosión.
La realidad es que el coche eléctrico no tiene el impacto en el mercado que los medios, políticos y redes sociales sugieren. ¿Por qué? Desde nuestra perspectiva, los principales factores son los siguientes:
Autonomía limitada: Aunque los coches eléctricos tienen una autonomía de hasta 300 km reales (y 400 km certificados en condiciones ideales), esto solo los hace viables para trayectos cortos. Para recorridos diarios superiores a los 500 km, la autonomía se convierte en un problema importante.
Precio elevado: Los vehículos eléctricos no son competitivos en precio con los modelos equivalentes de motor de explosión. Además, la batería representa un sobrecoste significativo a medida que envejece (como en el caso de «Better Place», cuya visión tenía algo de sentido).
Infraestructura de recarga insuficiente: La red de recarga aún no está completamente desarrollada. ¿Dónde puede cargar un usuario que no tiene garaje propio? En los garajes comunitarios, ¿hay suficiente potencia para instalar cargadores para todos los vecinos?
Por estos motivos, el coche eléctrico no acaba de despegar y, sinceramente, no parece que la situación vaya a cambiar a corto plazo.